MALVINAS (II): LA FARSA DEL GAUCHO RIVERO
Lamentablemente el tenor de este artículo no será quizá del agrado de muchos lectores argentinos embaucados por la parafernalia nacionalista que recientemente viene agitando su gobierno, y que enraiza en tradiciones nacionalistas de raíz fascista que poco tendrían que ver con el supuesto sesgo ideológico progresista de la actual presidencia. Entendemos claramente que la tradición política argentina tiene una impronta particular, y que ciertos procesos cíclicos suelen estar dotados de una importante dosis de autoritarismo. Es el caso del período rosista (1829-1852); el ciclo urquizista (1852-62); el período liberal centralista signado por las presidencias de B. Mitre (1862-68), D. F. Sarmiento (1968-74) y Avellaneda (1874-80); el período oligárquico del Unicato o autonomista (por la hegemonía del Partido Autonomista Nacional, 1880-1916), donde la figura descollante fué Julio Argentino Roca (1880-86 y 1898-1904); el ciclo radical (1916-1930), signado por la figura de Hipólito Yrigoyen (