URUGUAYOS DERECHOS Y HUMANOS: LA DERECHA GANA LA BATALLA CULTURAL

Cierta vez un director de un encumbrado instituto educativo me sorprendió con una frase aparentemente "razonable": "Nadie puede reclamar derechos si antes no cumple con sus deberes". Sólo tras un instante de reflexión caí en la cuenta de que aquella frase me enrostraba una dura realidad: la de que el modo de "pensar" fascistoide forma parte íntimamente de las estructuras más enraizadas de nuestra sociedad. La naturalidad con la que se aceptan los postulados más reaccionarios en charlas de familia, de amigos en un bar, en la voz de los informativistas de los noticieros, en los políticos, en los comentaristas de fútbol, en los discursos de los maestros en las escuelas...es clara muestra de que casi una década de gobierno de "izquierdas" no ha logrado instalar una cultura de índole "social", basada en el respeto, el compromiso, la cooperación y la solidaridad.
Una red de interrelaciones sociales basadas en el autoritarismo, la discriminación, la intolerancia, la desconfianza, la competencia, la corrupción, la falta de compromiso "social", el amor exclusivo al lucro y la ostentación, el egoísmo materialista, se ha instalado en nuestro modo de pensar y se constituye en el éxito más evidente de la cultura instaurada por la dictadura militar con su reforma educativa y su concienzuda infiltración en todos los niveles de las instituciones. La falta absoluta de fé en los ideales incomprendidos de la democracia es el triunfo de un modo de pensar que postula el "no pensar", "no comprometerse", y dejar todo en manos de "expertos". La idea de la creación de una consciencia crítica es un cáncer peligroso para los "fascistoides" que aún son una mayoría alarmante en nuestra sociedad uruguaya. Se encargan de ahogar tal consciencia con un discurso desalentador, pesimista, llenando los noticieros con continuas citas a la "inseguridad" (sea en lo delictivo o en lo financiero, da igual). Piden todo el tiempo mano dura. Siempre me sorprende la forma con que los periodistas deportivos describen ciertos eventos dentro del ámbito futbolístico: "golpe de Estado", "pedir la cabeza", "hacer caer una directiva", "ejecutar", "fusilar", "respeto a la autoridad del Juez aunque se equivoque", "pagar justos por pecadores"...
En los institutos educativos se suele hablar del "curricum oculto". Con esa expresión se define al conjunto de simbolismos implícitos (y muchas veces explícitos) con el que se inoculan redes de significado casi de forma "subjetiva" en los educandos. La educación en manos de personas que apoyarían alegremente un gobierno de facto si éste volviera a ocurrir es una triste realidad, un secreto a voces. Pero lo peor es que la estructura educativa es un campo fértil para los "fascistoides", un medio donde éstos pueden desenvolverse "naturalmente": la discriminación, el principio de autoridad, la falta de respeto al subordinado, la jerarquización, la discrecionalidad, se desarrolllan casi que al amparo de las leyes internas de las instituciones. Para colmo se supone que la tendencia de la reciente "reforma educativa" es a aumentar el poder discrecional de esos soberanos absolutos o señores feudales que suelen ser los directores de las instituciones educativas. Desde hace un tiempo me pregunto cómo pueden inculcarse ideales democráticos a las nuevas generaciones en instituciones que funcionan de modo anti-democrático. No puedo resistir comparar los institutos educativos (en especial de Primaria, Secundaria, UTU y Formación Docente) con la institución militar, donde se dice defender la democracia...pero no practicarla.
Es claro que la cultura fascista empieza por casa. En los ámbitos privados es donde se incuba y desarrollla sin control alguno toda clase de discriminación, abuso de poder, violación de derechos elementales, agresión física y/o psicológica...todo con la absoluta aprobación o indiferencia de una sociedad hipócrita. Décadas de dictadura en el ámbito privado (allí se vivió lo peor de la cultura intolerante y autoritaria amparada por los militares) dejaron una secuela desastrosa y corrosiva en nuestra sociedad. Pocos parecen entender que los problemas de disgregación y anomia que experimenta nuestra sociedad son directa consecuencia de aquella cultura. Y sin embargo muchos que pretenden tener la receta para todo postulan...¡volver al autoritarismo patriarcalista y retrógrado como forma de solucionar el problema! "Una paliza bien dada a tiempo previene muchos males", se dice. De ahí a hacer desaparecer gente por cuestiones ideológicas hay un pequeño paso.


Una institución que ha colaborado decisivamente a la consolidación del modo de pensar fascistoide en nuestra sociedad es la Iglesia. De hecho la "Doctrina de Seguridad Nacional" que los militares adaptaron a los curriculums escolares, es esencialmente basada en la defensa de la "moral cristiana". Doble moral diría yo, aplicable a rajatabla al pueblo llano, pero absolutamente lábil al aplicarse a los poderosos. Una institución que se basa en una estructura rígida, muy jerarquizada y donde no se puede cuestionar el dogma es un buen modelo inspirador para los dictadores. Pero su trabajo "fino" está en la consolidación del modelo patriarcal, misógino y autoritario de familia, célula básica de la sociedad "fascistoide".
Quiero dejar algo bien claro: ni siquiera estamos hablando de una conspiración, de una especie de "Corporación" maligna de conservadores. No decimos tampoco que no haya grupos de presión más o menos organizados, pero en esencia apuntamos a que simplemente se trata de un modo de pensar que ha sido inoculado en nuestra sociedad durante décadas y ahora se ha convertido en una especie de "verdad incuestionable". Forma parte incluso de la "sabiduría popular", de esas cosas tradicionales que se aceptan sin más. Se encuentra tan arraigado en la cultura popular, no sólo en ciertas élites o en las clases medias conservadoras, que se hace necesario un verdadero trabajo desde la raíz para cambiarlo. No basta con declaraciones de buena intención ni maquillajes inoperantes. Los bastiones del autoritarismo vernáculo siguen intactos, realizando su nefasta y corrosiva tarea. Es a esos bastiones a los que hay que dotarlos de una organización estructural democrática. No vemos que se haya hecho nada en ese sentido. Es más, creo que se ha reforzado el sesgo autoritario en muchos aspectos. No nos sorprendamos si, pese a los esfuerzos de generaciones enteras por instalar un cambio cultural en nuestra sociedad, un día nos encontramos con que no se ha hecho otra cosa que dejar crecer al enano fascista que vive en cada uno de nosotros.

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