PARANTHROPUS AETHIOPICUS: EL PRIMER "ROBUSTO"
El término Paranthropus ("al lado del hombre", literalmente) fué creado por Jhon Robinson, un estudiante de Robert Broom, hacia 1927, al hallar los restos del robustus. La idea de crear un nuevo género distinto a Australopithecus no es necesariamente aceptada por toda la comunidad científica. De hecho la noción de que el "grácil" tenía una dieta omnívora y los "robustos" una más especializada está en entredicho. Se sabe que el africanus era más bien un vegetariano. Wolpoff y Tobias hicieron público el rechazo a la tesis de Robinson y sostienen, al igual que muchos otros en la actualidad, que no existe el género Paranthropus y que todos son especies de Australopithecus. Muchos prefieren distingir entre los Australopithecus "gracilis" (anamensis, afarensis, africanus) y los "robustus" (aethiopicus, robustus y boisei). No obstante es bastante obvio que esta última solución suele inducir a error, por no mencionar que es un reconocimiento de que los "robustos" son una línea aparte en los australopitécidos.
Los "robustos" o "parántropos" constituyen una especialización adaptativa en la línea homínida marcada sobre todo en su aparato masticatorio. Se trataba de seres adaptados al consumo de vegetales coriáceos duros propios de ambientes secos y abiertos. Se caracterizan por poseer megadoncia (aumento del tamaño de la superficie masticatoria de molares y premolares en relación a su peso corporal), molarización de premolares, mandíbulas gruesas, anchas y altas, caras anchas, largas y planas y desarrollo de la cresta sagital.
Se señala la inestabilidad climática entre los 2,8 y 2,4 millones de años como factor clave para el surgimiento de Paranthropus y Homo. En efecto se ha detectado la existencia de una crisis climática asociada al enfriamiento paulatino del hemisferio norte que condujo a la aparición de un segundo casquete polar en el Ártico hacia 2,4 millones de años (hasta entonces sólo existía uno en el polo sur). Una evidencia de tal fenómeno la constituye el estudio de las variaciones de las proporciones entre los isótopos pesado (O18) y ligero (O16) del oxígeno en los caparazones de foraminíferos fósiles. Una repercusión de ese fenómeno climático fué el enfriamiento y aridificación de los ecosistemas africanos, lo que habría determinado la aparición de nuevas especies de homínidos y la desaparición de otras.
El Paranthropus aethiopicus fué clasificado de forma tentativa en 1985 por Alan Walker en base al hallazgo ese año de un cráneo ("Cráneo negro", KNM-WT 17000: alguna vez clasificado como Australopithecus walkeri) en la cuenca del Lomekwi, al Oeste del lago Turkana, datado en 2,5 millones de años; y de una mandíbula (KNM-WT 16005). Los fósiles de 1985 fueron homologados a otros encontrados entre 1902 y 1976 en Omo (Etiopía): Omo 18-1967-18 (mandíbula), Omo 44-1970-2466 (mandíbula), Omo 547-4-1968-41 (mandíbula), Omo 860-2 (mandíbula), Omo L55-s-33 (mandíbula) y Omo L338-y-6 (cráneo). Precisamente la expedición de Camille Arambourg e Yves Coppens de 1967 al río Omo había sugerido el nombre de Paraaustralopithecus aethiopicus para el dueño de una mandíbula de 2,6 millones de años encontrada entonces por ellos (Omo 18).
La especie se caracteriza por poseer una gran cresta sagital (la mayor en todos los homínidos), baja capacidad craneal (410 c.c.), gran mandíbula y molares de gran tamaño. Vivió en el período Gelasiense (pleistoceno inferior) entre 2,6 y 2,2 millones de años. Walker ha sugerido que el aethiopicus es ancestro de boisei y desciende de afarensis. El robustus formaría un clado separado, quizá también derivado de aethiopicus.
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