LA COLONIZACIÓN FUERA DE ÁFRICA: LA BÚSQUEDA DEL EDÉN.




Según la teoría "Out of África" un grupo pequeño de colonos humanos cruzó el estrecho del Bab-el Mandeb desde África a Arabia hace entre 65 y 70.000 años. Ese grupo sería el ancestro común de la humanidad fuera de África. En un lapso de tiempo sorprendentemente corto un escenario hasta entonces repartido entre varias especies de homínidos sería dominado exclusivamente por una especie: el humano moderno. Una cosa es reconocida aún por muchos partidarios de la teoría multirregional: de alguna forma un grupo de linajes emparentados puso fin a la diversidad de especies de homínidos que hasta entonces vivían en sus respectivos ambientes geográficos. Pero el quid de la cuestión es saber si hubo una sustitución o si, en cambio, convergieron de algún modo las distintas tradiciones específicas. ¿Evolucionaron los humanos en forma convergente desde procesos regionales hacia una especie única? ¿O quizá hubo una simple imposición de una especie dominante y extinción lisa y llana de las dominadas?
Quizá el escenario sea mucho más complejo que ambos extremos. Quizá hubo un poco de ambos mundos. De todos modos parece establecido con cierta certeza en base a varias líneas de evidencia, aunque la principal es la genética, que hubo una dispersión de un grupo de humanos modernos desde algún punto de Medio Oriente al interior de Asia. La teoría monogenética le debe mucho a los trabajos de Luigi Luca Cavalli-Sforza, uno de los mayores expertos en genética de poblaciones. Sus investigaciones desde 1963 han abierto el camino para la irrupción del paradigma predominante en la oficialidad académica. Los estudios sobre genética matrilineal (mitocondrial) y patrilineal (cromosomal Y), que han dado origen a los modelos teóricos de la Eva Negra o Mitocondrial y el Adán Cromosómico, han terminando por completar la genealogía de las poblaciones humanas. También han contribuído a diluir las concepciones racistas al reducir las diferencias humanas en lo que a genética se refiere a una proporción de 1 en 1.000.
Pues bien en principio se ha establecido que el haplogrupo mitocondrial L3 (de 70 u 80.000 años de antiguedad) es la "madre" de los haplogrupos fuera de África (M, N y R), así como el haplogrupo cromosómico CT (de 70.000 años de antigüedad), sería el "padre" de tales haplogrupos (C, D y F). El estudio descarta cualquier intromisión por parte de algún "tercero" o "terceros" en la conformación genética de nuestra especie actual. Todos los subgrupos conocidos vulgarmente como razas serían diferenciaciones insignificantes ocurridas luego de la dispersión geográfica de ese grupo original. La explicación genética del proceso colonizador sostiene que los humanos que llegaron a la península arábiga pertenecían a un linaje derivado de L3. También portaban el linaje patrilineal CF. En un proceso que pudo haber llevado 20.000 años, necesitó 5 mutaciones (8701, 9540, 10398, 10873 y 15301) para llegar a N, y 4 mutaciones (489, 10400, 14783 y 15043) para llegar a M. Los portadores del haplogrupo M alcanzaron la Península Indostánica tras sortear un evento de aridez en Medio Oriente hacia 60-55.000 años. Aquí se produjo la evolución hacia los haplogrupos N y R (y también hacia los haplogrupos patrilineales D y F) hace alrededor de 48-50.000 años. En ese momento la población de humanos modernos fuera de África ascendería a 12.800 o 14.400 personas, descendientes de un núcleo colonizador de no más de 1.000 o 2.500 individuos que cruzaron el estrecho de Bab-el-Mandeb. (Brenna M. Henn, L. L. Cavalli-Sforza y Marcus W. Feldman (2012): "The great human expansion" PNAS 109 (44): 17758-17764)).
La reducción en el número de individuos implicados en el evento colonizador y su lento ritmo de crecimiento determina un relativo empobrecimiento de la diversidad genética en las poblaciones no africanas de humanos modernos.  De hecho la diversidad genética se reduce progresivamente según la lejanía de las poblaciones respecto al África y, en concreto, en referencia con las poblaciones del Suroeste africano. El fenómeno es llamado por los defensores de la teoría monogenética: "efecto fundador en serie". Implicaría que pequeños grupos desgajados de una corriente original protagonizaron los desplazamientos hacia nuevas regiones geográficas. La evidencia respecto a este fenómeno la aporta no solamente la alta correlación estadística (de cerca del 90%) entre diversidad genética poblacional y distancia geográfica respecto a África, sino también la correlativa disminución de la diversidad genética según el mismo criterio de distancia respecto a África de dos parásitos asociados con las migraciones humanas: el protozoo portador de la malaria (Plasmodium falsiparum) y la bacteria de la úlcera de estómago (Helicobacter pylorum). También se ha señalado que existe una correlativa disminución de la diversidad fonémica en las poblaciones alejadas de África.




Respecto a las rutas migratorias existen dos modelos: el de las Dos Rutas y el de la Ruta Única. El primero sostiene que existieron dos rutas migratorias Fuera de África: la costera índica que conduce a Australia y se asocia al Haplogrupo matrilineal M, y la interior que pasa por Asia Central y llega a Extremo Oriente relacionada a la dispersión de M (y de su derivado R en Occidente). La segunda supone que sólo existió la ruta costera. La Teoría de la Migración Costera es actualmente la que predomina como modelo explicativo, apoyada en la evidencia genética sobre todo. Establece que la migración principal coloniza la India, lugar donde se producen las mutaciones genéticas posteriores de los grupos que se esparcirán por el Sureste Asiático y Sahul, Extremo Oriente, América y Europa.
Los cálculos de Cavalli-Sforza y sus seguidores, para un modelo de expansión démica, sostienen que se necesitaron 10 generaciones para llegar de África a Tierra del Fuego; una distancia de 25.000 km. recorridos en un lapso de tiempo de 50.000 años. La distancia media entre dos grupos humanos contiguos es de 140 km., lo que arroja el dato de que se produjeron 180 eventos colonizadores sucesivos en el trayecto. Se calculó una velocidad de avance de 0,5 km. por año (15 km. por generación), lo que da una cifra de 280 años promediales para cada evento colonizador.
La evidencia material de tal supuesto está en una serie de jalones arqueológicos que parecen seguir la ruta costera de la supuesta primera migración exitosa a Eurasia del humano moderno. Dos de ellos se encuentran en Sri Lanka: en la cueva Fa-Hien y en la cueva Batadomba Lena. En el primer sitio se descubrió un esqueleto completo (Hombre de Balangoda) de 12.000 años, dos cráneos de 37.000 años y muchos instrumentos de piedra. En Batadomba Lena se han datado instrumentos microlíticos datados en 25-28.000 años. Otros hallazgos: los restos humanos asociados a instrumental lítico de Cueva Niah, Borneo (Indonesia) de 40-45.000 años; restos arqueológicos en Bobongara, península de Huon (Nueva Guinea), fechados en 40.000 años; instrumentos líticos de 60-55.000 años hallados en Malakunanja II y Nauwalabila (Australia); esqueleto y rastros de incineración en Mungo 3 (Australia), datados en 50-46.000 años; rastros de pisadas de una antiguedad entre 23 y 19.000 años en lago Gampung (Australia); restos humanos en Pantano Kow y Coobool Creek fechados en el entorno de los 14.000 años. Podría existir una relación de estos restos con los de Ordos (Mongolia Interior), fechados en 50.00 años; Baigara (Siberia), datados en 40.300-50.000; isla Ishigaki (Japón), de 24.000 años; Ma'lta (Siberia), de 20.000 y Cueva Alta de Zhoukoudian (China), de 18-10.000 años. Quizá también los restos de 40.000 años de Kostenki (Rusia), los de Mladec (República Checa) de 31-33.000 años, los de Pestera cu Oase (Rumania), de 40.000 años, entre otros.
La ruta costera es considerada la ruta rápida, mientras que las migraciones hacia el norte se encontraron con una serie de dificultades que entorpecieron el avance de los seres humanos. De todos modos se discute si esto fué realmente así. Existen dos modelos explicativos contrapuestos sobre este tópico: el "fuerte Jardín del Edén", que plantea un escenario de expansión rápida e ininterrumpida del humano moderno hacia todos los continentes, y el "débil Jardín del Edén", que propone una expansión dificultosa que promovió la regionalización de los haplogrupos matrilineales M, N y R y patrilineales D, C y F. Este segundo modelo supone que los distintos grupos debieron soportar dificultades de adaptación y competencia por el espacio con otras especies humanas, lo que promovió un cierto aislamiento tras el logro de determinados equilibrios o estabilizaciones. De ese modo se posibilitaron varios "cuellos de botella", con reducidos núcleos de población creadores de linajes regionales.
Un estudio genético sobre el ADN cromosómico de 36 individuos,  realizado en el 2012, a cargo de los doctores Chris Tyler-Smith y Qasim Ayub del Wellcome Trust Sanger Institute, aporta un dato nuevo. Al parecer hubo un súbito "boom" demográfico hace entre 40 y 50.000 años, tras un período de estancamiento demográfico desde la colonización inicial de Asia iniciada hace 60.000 años. Auque parece demasiado apresurado sacar conclusiones el dato cuestiona la aseveración de que la población se matuvo estable demográficamente hasta el Neolítico. El supuesto "boom" demográfico de hace 40-50.000 años pudo deberse a una adaptación posterior de los colonos a nuevos ambientes geográficos, una vez superada una larga etapa de migración costera. Inicialmente el avance se habría realizado por las costas, lo que actuó como un factor conservador de la estabilidad demográfica. Una vez que los grupos avanzaron hacia el interior la población tendió a aumentar considerablemente, respondiendo a la adaptación a los ecosistemas y motivados por la abundancia de espacio y alimento.
Si bien la hipótesis de la expansión Fuera de África cuenta con el beneplácito de la comunidad académica oficialista, no es menos cierto que cuenta con ciertas resistencias. Sobre todo desde el punto de vista de los paleoantropólogos que priorizan la evidencia fósil. Este sector de la comunidad científica ha señalado repetidamente que el estudio comparativo de los cráneos y otros restos óseos postcraneales sugiere que hay mucha variedad de tipos humanos modernos Fuera de África con distintas dataciones cronológicas y que se corresponden con tipos africanos más antiguos. La mejor explicación para estas corrspondencias es que se trataría de varias migraciones de distintos tipos humanos modernos desde África. Un trabajo de 2009 de la Universidad de Viena, a cargo de Gerhard Weber, y publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, comparaba varios cráneos modernos encontrados en distintas partes de África y concluía que la variación morfológica era la mayor existente en los últimos 1,8 millones de años. A su vez la probada correspondencia entre los neurocráneos africanos y los encontrados en otras partes del mundo con dataciones más tardías, evidenciaría que distintas poblaciones de humanos modernos salieron de África en distintos períodos de tiempo.
Pero también existen destractores del monogenismo dentro del mismo ambiente de la genética molecular. Son conocidos los trabajos que tienden a demostrar que la presunta unidad genética no es real y que podrían haber varios Adanes cromosómicos y varias Evas mitocondriales en el linaje del humano moderno. Por otro lado han provocado impacto mediático las revelaciones de que el genoma del humano moderno contiene aportaciones del Hombre de Neanderthal, el Hombre de Denisova y quizá otras especies homínidas, lo que ha sido utilizado como evidencia de hibridaciones. Los monogenistas han reaccionado a estas teorías aduciendo que tales hibridaciones no existieron y que la presencia de genes similares podría deberse a que el hombre moderno tiene ancestros comunes con Neanderthal y Denisova.
También ha venido a complicar el panorama la revelación reciente de que el llamado "reloj molecular" debe atrasarse (Aylwyn Scally y Richard Durbin, 2012: “Revising the human mutation rate: implications for understanding human evolution” Nature Review Genetics 13: 745-753). El reloj molecular es el resultado de un cálculo respecto a la velocidad de las mutaciones que introducen cambios en el genoma entre dos especies (la especie ancestral y la descendiente). La tasa de mutación utilizada hasta ahora es una constante calculada a partir del momento de la separación entre los linajes de los macacos y los humanos. Sin embargo se ha descubierto que tal constante temporal no se ha mantenido, sino que se ha acelerado a partir de las divergencias más recientes entre antropoides y homínidos. De este modo se han corregido algunas fechas del reloj molecular. Por ejemplo, la separación entre humanos modernos y neanderthales se eleva desde los originales 272-435.000 años a 400-600.000 años.
La separación entre los Koisan y los demás africanos asciende de 120-250.000 a 250-300.000 años, lo que llevaría la existencia del hombre moderno a fechas superiores a los aceptados 200.000 años. Pero es interesante la fecha que arroja la nueva datación para la separación entre humanos modernos africanos y no africanos. La cifra anterior de 50-70.000 años asciende a 90-130.000 años si se tiene en cuenta la divergencia medida entre yorubas nigerianos y eurasiáticos. Eso hace retroceder la migración Fuera de África a 100-120.000 años, extendiéndose hasta 40-60.000 años. De este modo la migración de hace 100.000 años a Palestina, considerada durante mucho tiempo como un intento no exitoso de colonización, adquiriría una importancia insospechada. La separación entre australianos y eurasiáticos se fija en 62-75.000 años, mientras que la divergencia entre asiáticos y europeos asciende desde los originales 20-40.000 a 40-80.000 años.
Los nuevos datos aportados por la genética hacen que la teoría de la migración única Fuera de África sea puesta en tela de juicio por muchos investigadores. Las "migraciones perdidas" de Palestina y Jebel Faya, consideradas no exitosas, interrumpidas por eventos de extinción (la competencia con el Hombre de Neanderthal en un caso, la explosión del volcán Toba en el otro), en realidad serían parte del proceso de colonización. A pesar de lo que la oficialidad académica parece querer imponer, la Migración Única (casi bíblica), no sería más que una de las migraciones por medio de las cuales varias poblaciones de seres humanos poblaron el resto del mundo.





Comentarios

  1. Gracias maestro!!! La evolución humana es un tema que me apasiona y te agradezco este espacio. Saludos desde Argentina
    Sergio Lanzafame

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