LA LEYENDA DEL HUMANZEE
En la mitología popular abundan historias en las que los grandes monos antropoides y los humanos establecen relaciones en las que, ocasionalmente, se producen intercambios "amorosos". Sin ir más lejos podemos recurrir a ejemplos cinematográficos: la saga "El Planeta de los Simios" o "King Kong". En "De bono religiosi status et variorum animatium tropología", escrito por el cardenal benedictino Pedro Damián (1007-1072), se hace un relato cuya fuente sería el propio papa Alejandro II (1061-1073). En ella se cuenta que el Conde Gulielmus tenía un mono que terminó siendo amante de su esposa. La situación tan peculiar llevó a un enfrentamiento en el que el mono terminó matando al Conde. Lo más extraño de esto es que se atribuye al simio la paternidad de un híbrido llamado Maimo, hijo de la condesa.
Es creencia bastante extendida entre los pueblos africanos que de los encuentros sexuales entre humanos y chimpancés puede producirse un híbrido: el humanzee.
Precisamente uno de los casos más espectaculares que suelen citarse es el de Oliver. Este peculiar "chimpancé" habría sido capturado en el Congo en los años '70. Exhibía una serie de características inusuales: caminaba erguido sobre sus dos piernas todo el tiempo, podía sentarse en sillas al modo humano, tenía orejas puntiagudas, hocico menos pronunciado, poca pilosidad, cráneo redondo y más pequeño de lo habitual en los de su especie, mentón parecido al de los humanos. Su inteligencia y capacidad de aprendizaje era superior a lo normal. Pero además manifestaba atracción por las mujeres humanas: Janet Berger, la esposa del primer dueño de Oliver, aseguraba ser constantemente acosada por el simio. De hecho Oliver era rechazado por los de su especie, tal vez por su aspecto peculiar y su olor bastante distinto al de los chimpancés. Aparentemente la conducta extraña de Oliver hizo que su primer dueño lo vendiera a un abogado de Nueva York llamado Michael Molineroy en 1976. Finalmente terminó su periplo confinado siete años en un laboratorio de experimentación animal del cual fue retirado en 1996 con visibles muestras de atrofia muscular. Terminó sus días en el hogar de retiro de chimpancés Primarily Primates de Texas.
A Oliver se le realizaron varias pruebas genéticas. Inicialmente se habría descubierto la presencia de 47 cromosomas en su ADN, uno más que los humanos y uno menos que los chimpancés. Esta evidencia apoyaba la teoría de la hibridación o la de la mutación. Sin embargo una serie de pruebas posteriores realizadas en la Universidad de Chicago establecieron que, genéticamente, Oliver era un chimpancé común. No obstante no se podía descartar la posibilidad de que se tratara de una nueva especie. Posteriores análisis de su ADN mitocondrial detectaron una mutación en el mismo. Sin embargo se pudo establecer que sus padres eran chimpancés.
Aun el caso de Oliver sigue siendo fuente de controversias, ya que no se pudo explicar satisfactoriamente su tendencia natural al bipedismo permanente.
Recientemente, un trabajo científico del Broad Institute, a cargo del profesor David Reich, ha demostrado que, en el pasado de nuestra especie, existió la hibridación entre los ancestros del chimpancé y los ancestros del humano en un período de tiempo de unos 4 millones de años. Una vez que ambas especies tomaron rumbos separados en forma definitiva hace 6 millones de años como máximo, la hibridación cesó. Pero podría ser que la distancia genética no sea tan amplia. De hecho la interfertilidad e hibridación entre las distintas especies de homínidos ha sido una constante a lo largo de la evolución humana. Es un hecho demostrado que dos especies de homínidos, el Homo neanderthalensis y el Homo sapiens, produjeron híbridos. Si, como sugieren las nuevas evidencias genéticas, los chimpancés y bonobos están demasiados próximos al género Homo (tanto que se ha propuesto incluirlos taxonómicamente en el mismo), entonces podría existir cierta interfertilidad entre seres humanos y chimpancés.
Imágenes:
http://polls-polarb-com.a.ssl.fastly.net/000/092/430/92430-1-large-0bcc14b25469aa1d.jpg
http://i1.sndcdn.com/artworks-000025185619-qgripm-crop.jpg?d53bf9f
http://hauntjaunts.net/blog/wp-content/uploads/2011/04/humanzee.jpg
http://tejiendoelmundo.files.wordpress.com/2010/02/oliver_chimpance2.jpg
http://tejiendoelmundo.files.wordpress.com/2010/02/oliver_humanzee.jpg
http://cdn.digitaltexan.net/wp-content/uploads/2012/06/Oliver-01.jpg
Sobre investigación del Broad Institute
http://www.tendencias21.net/Humanos-y-chimpances-se-cruzaron-durante-4-millones-de-anos_a1005.html
Es creencia bastante extendida entre los pueblos africanos que de los encuentros sexuales entre humanos y chimpancés puede producirse un híbrido: el humanzee.
Precisamente uno de los casos más espectaculares que suelen citarse es el de Oliver. Este peculiar "chimpancé" habría sido capturado en el Congo en los años '70. Exhibía una serie de características inusuales: caminaba erguido sobre sus dos piernas todo el tiempo, podía sentarse en sillas al modo humano, tenía orejas puntiagudas, hocico menos pronunciado, poca pilosidad, cráneo redondo y más pequeño de lo habitual en los de su especie, mentón parecido al de los humanos. Su inteligencia y capacidad de aprendizaje era superior a lo normal. Pero además manifestaba atracción por las mujeres humanas: Janet Berger, la esposa del primer dueño de Oliver, aseguraba ser constantemente acosada por el simio. De hecho Oliver era rechazado por los de su especie, tal vez por su aspecto peculiar y su olor bastante distinto al de los chimpancés. Aparentemente la conducta extraña de Oliver hizo que su primer dueño lo vendiera a un abogado de Nueva York llamado Michael Molineroy en 1976. Finalmente terminó su periplo confinado siete años en un laboratorio de experimentación animal del cual fue retirado en 1996 con visibles muestras de atrofia muscular. Terminó sus días en el hogar de retiro de chimpancés Primarily Primates de Texas.
A Oliver se le realizaron varias pruebas genéticas. Inicialmente se habría descubierto la presencia de 47 cromosomas en su ADN, uno más que los humanos y uno menos que los chimpancés. Esta evidencia apoyaba la teoría de la hibridación o la de la mutación. Sin embargo una serie de pruebas posteriores realizadas en la Universidad de Chicago establecieron que, genéticamente, Oliver era un chimpancé común. No obstante no se podía descartar la posibilidad de que se tratara de una nueva especie. Posteriores análisis de su ADN mitocondrial detectaron una mutación en el mismo. Sin embargo se pudo establecer que sus padres eran chimpancés.
Aun el caso de Oliver sigue siendo fuente de controversias, ya que no se pudo explicar satisfactoriamente su tendencia natural al bipedismo permanente.
Recientemente, un trabajo científico del Broad Institute, a cargo del profesor David Reich, ha demostrado que, en el pasado de nuestra especie, existió la hibridación entre los ancestros del chimpancé y los ancestros del humano en un período de tiempo de unos 4 millones de años. Una vez que ambas especies tomaron rumbos separados en forma definitiva hace 6 millones de años como máximo, la hibridación cesó. Pero podría ser que la distancia genética no sea tan amplia. De hecho la interfertilidad e hibridación entre las distintas especies de homínidos ha sido una constante a lo largo de la evolución humana. Es un hecho demostrado que dos especies de homínidos, el Homo neanderthalensis y el Homo sapiens, produjeron híbridos. Si, como sugieren las nuevas evidencias genéticas, los chimpancés y bonobos están demasiados próximos al género Homo (tanto que se ha propuesto incluirlos taxonómicamente en el mismo), entonces podría existir cierta interfertilidad entre seres humanos y chimpancés.
Imágenes:
http://polls-polarb-com.a.ssl.fastly.net/000/092/430/92430-1-large-0bcc14b25469aa1d.jpg
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http://cdn.digitaltexan.net/wp-content/uploads/2012/06/Oliver-01.jpg
Sobre investigación del Broad Institute
http://www.tendencias21.net/Humanos-y-chimpances-se-cruzaron-durante-4-millones-de-anos_a1005.html
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