MALVINAS (I) :¿LAS MALVINAS PODRÍAN SER URUGUAYAS?
Revisando las razones que esgrime el actual gobierno argentino para reclamar derechos soberanos inclaudicables sobre la islas Malvinas, se me ocurren unas cuantas buenas razones para que también las reclamen los siguientes países: España en primer lugar, porque las islas fueron ocupadas por ella inicialmente; Francia en segundo lugar, porque las islas también estuvieron bajo soberanía francesa; Estados Unidos, en tercer lugar, porque el incidente previo a la ocupación británica de las islas fué entre Estados Unidos y Buenos Aires; y, en cuarto lugar el mismo Uruguay, por dos razones: una es que las islas pertenecían al gobierno de las Provincias Unidas, entidad nacional a la que perteneció la Provincia Oriental luego devenida en Estado independiente (por una triquiñuela diplomática podría Montevideo exigir derechos de pesca o soberanía conjunta...)(!); y otra razón es que las islas quedaron bajo la autoridad directa de Montevideo una vez que la Junta de Buenos Aires suprimió al virrey.
Las razones que argumenta la cancillería argentina para reclamar las Malvinas a Gran Bretaña son las mismas que tendría Uruguay para reclamarle a Argentina la isla Martín García o Paraguay para reclamarle la provincia de Formosa entera. Si a la República Argentina se le reconociera la soberanía sobre las Malvinas habría que revisar todas las fronteras latinoamericanas de acá a 300 años mínimo. Para empezar habría que devolverles estas tierras americanas a sus legítimos dueños americanos que las ocupaban desde hace 10.000 años más o menos. Y si tal cosa fuera considerada un exabrupto rayano en la demagogia entonces habría que volver a aceptar la soberanía del Rey de España, porque estas tierras le pertenecían.
En definitiva lo que quiero decir es que la cuestión de la soberanía argentina sobre Malvinas es pura retórica nacionalista. La misma que empleó el régimen kirchnerista para convertir a la "chimenea de Botnia" en el emblema mundial de la contaminación ambiental en vez de las curtiembres del Riachuelo o la central nuclear de Atocha, y acusar al Uruguay de taimado violador consuetudinario de tratados internacionales. Para encender el fuego respecto a la retórica antibritánica el actual gobierno cuenta con su propio sistema de prensa. En la época del "conflicto de las Pasteras" su mejor aliado era el propio "Monopolio". A diario se podía escuchar en Radio Mitre o leer en el Clarín toda clase de acusaciones contra Uruguay. En un programa vespertino de Radio Mitre, a la sazón conducido por un famoso humorista hoy fallecido, cierta famosa devenida en periodista llamó a los uruguayos "contaminadores del Río". En otra escenificación radial en conmemoración de la Independencia argentina, libretada por un famoso historiador revisionista hoy ligado al oficialismo y actuada por actores hoy encolumnados con el kirchnerismo (y realizada en un programa matinal de Radio Mitre conducido por otro famoso ligado a la prensa oficial), se acusó a Tabaré Vazquez de virtual alcahuete de Finlandia poniendolo a la altura de los grandes traidores de la historia.
Hay un grupo de naciones latinoamericanas que se consolidaron a partir del engullimiento de territorios enteros que arrebataron por la fuerza o la agresión diplomática a otras naciones (Brasil, Argentina, el mismo Chile, incluso Perú) y otras que lo hicieron renunciando a grandes porciones territoriales (Uruguay, Paraguay, Bolivia, Ecuador, Colombia). Es necesario ver las cosas en perspectiva y en forma completa y no contar la historia por la mitad o, peor, falsearla según determinados intereses.
La cuestión Malvinas-Falkland es compleja, pero nada aporta a la cuestión esta escalada de chauvinismo que fogonean los regímenes argentino y británico 30 años después de una guerra absurda donde los que pagaron las consecuencias, como siempre, fueron los inocentes. Porque así como los cortes de puentes internacionales limítrofes con Uruguay avalados por el Gobierno argentino como protesta por la instalación de pasteras del lado uruguayo solamente afectaron a la población civil uruguaya, también las medidas contra las Islas Malvinas afectan a su población civil y no a Gran Bretaña que está muy lejos.
Dicho todo esto permítaseme plantear un par de cuestiones técnicas, que no podrían escapársele a alguien interesado en ver las cosas en su compleja dimensión pero que sí son obviadas por políticos sin escrúpulos que manipulan la historia a su antojo y la reducen a clichés nacionalistas vaciados de sentido.
En primer lugar está el hecho de que los llamados tan livianamente "colonos británicos" o despectivamente "kelpers" por el oficialismo kirchnerista son legítimos pobladores de las islas (aunque sólo sean unos 3.000). Hasta cuatro generaciones de "islanders" (como piden ser llamados los habitantes de las islas) pueblan el territorio. Téngase en cuenta que, en países como Argentina muchos de sus argentinos habitantes lo son desde hace apenas una o dos generaciones. Habría que empezar por aprender a respetar las realidades étnico-culturales, porque no se pueden obviar 3.000 personas como si no existiesen o fuesen un simple error histórico digno de ser enmendado.
Por otro lado está el hecho liso y llano de que las reclamaciones de Argentina sobre las islas tienen tanta legitimidad como la que tendría Uruguay (por ejemplo) para reclamarlas. En primer lugar las islas pertenecían al entonces Virreinato del Río de la Plata, una entidad conformada en agosto de 1776 por las autoridades borbónicas. De tal entidad surgieron, en el proceso autonomista-independentista una serie de fenómenos proto-estatales que desembocaron evolutivamente en la conformación de los Estados argentino, uruguayo, chileno, boliviano y paraguayo. Esta forma de presentar los hechos histórico-políticos es mucho más honesta que aquel que hace de la Argentina el exclusivo heredero del Virreinato y, por ende, el legítimo depositario de los derechos sobre Malvinas. Pero resulta que en la fase final del Virreinato las islas estaban ligadas a Montevideo, no a Buenos Aires. Convertida la actual capital uruguaya en sede del Real Apostadero Naval español y luego, tras el levantamiento juntista de mayo de 1810 en capital del Virrreinato, las islas pasaron a ser una dependencia de Montevideo. La guarnición militar entonces existente en las islas Malvinas pasaron a ser una subsede del Apostadero Naval de Montevideo. El 8 de enero de 1811 una Junta de Guerra convocada en Montevideo por el entonces Capitán General del Río de la Plata y Gobernador de Montevideo Gaspar de Vigodet, decidió evacuar las islas con el objetivo de reforzar la defensa del bastión españolista en el Plata. Se enviaron dos embarcaciones que se encargaron del traslado de los más de 40 habitantes isleños, encabezados por el Gobernador de Malvinas Pablo Guillén. El ganado fué liberado y se realizó un acto de cierre de la guarnición y colonia dejando un escudo de armas de la Corona Española.
Siendo Montevideo, ciudad que sería capital del futuro Estado uruguayo, el último legítimo reducto del Virrreinato del Río de la Plata, ¿no sería técnica y jurídicamente el Estado uruguayo el mejor dotado para reclamar derechos sobre las islas?...Este razonamiento es tan traído de los pelos como el esgrimido por la República Argentina para justificar sus reclamos de presunta soberanía sobre las Malvinas.
Pero el engorroso tema de las legitimidades es aún más complejo de lo que se nos pretende hacer creer. El 17 de marzo de 1764 Louis-Antoine de Bugainville, Conde Bugainville, funda, en nombre del Rey de Francia, la colonia conocida como Saint Louis o Port Saint Louis con 29 pobladores acadienses transportados en dos naves (Esfinge y L`Aigle) que zarparon el 9 de setiembre de 1763 de Aigle. Hubo otra partida de 53 colonos acadienses, fletados por la Compagnie de Saint Malo fundada por Bugainville en París en 1763, que partió de Saint Maló el 4 de octubre de 1764.
El día 25 de enero de 1765 los ingleses, a través de una expedición al mando del comodoro John Byron, habían fundado una colonia llamada Port Egmont en la región que Bugainville llamó Poil de la Croisade. La posesión fué asegurada en 1766 por la expedición del capitán John McBride. El 14 de julio de 1770, una vez España hubo asegurado sus derechos sobre las islas en negociaciones con Francia, una expedición de guerra compuesta por cinco buques al mando del comandante Juan Ignacio de Madadriaga desalojó la colonia por la fuerza.
El 1 de abril de 1767 las negociaciones franco-españolas, iniciadas en setiembre de 1764, finalizaron en el reconocimiento de la soberanía española sobre el archipiélago. La Corona española reconoció los derechos de Bugainville y lo indemnizó. Fué nombrado gobernador español de la colonia Felipe Ruiz Puente, quien estaba subordinado jerárquicamente al Gobernador y Capitán General de Buenos Aires, Francisco de Paula Bucarelli y Ursúa. La mayoría de los colonos acadienses decidió volver a Francia. Otros se quedaron en Montevideo. También reconoció que la Corona Británica fué perjudicada por el desalojo de su colonia en Por Egmont y, sin renunciar a sus derechos soberanos, se comprometió a restablecer el satu quo anterior al 10 de junio de 1770 con el objetivo de dar satisfacción al "orgullo nacional" inglés.
El 22 de enero de 1771 Gran Bretaña logró se restableciera la colonia de Port Egmont a través de un acuerdo que incluía una presunta clausula secreta de devolución del establecimiento, y envió una expedición al mando del capitán Stott para ocuparla. Sin embargo el 22 de mayo de 1774 las fuerzas británicas abandonaron unilateralmente la base, devolviendo la colonia a España como parte de los acuerdos de 1771. La colonia vegetó como plataforma de cazadores de focas hasta su destrucción definitiva en 1780 por órdenes de la Corona de España. En 1790, 93 y 94 España y el Reino Unido firmaron las tres Convenciones de Nutka, que resolvían las cuestiones territoriales entre ambas potencias. En la primera de ellas (28 de octubre) Londres reconoce la soberanía española sobre las islas Malvinas expresamente en el artículo sexto, y renuncia a instalar factorías. Pero entonces surge una novedad: la independencia de las Provincias Unidas y la reclamación del gobierno revolucionario de Buenos Aires de la soberanía de las islas.
El 6 de noviembre de 1820 el gobierno de la Provincia de Buenos Aires, ejercido entonces por Martín Rodríguez (desde el 26 de setiembre) toma posesión formal de las islas Malvinas, enviando al coronel David Jewet (de orígen estadounidense) a realizar el acto en español e inglés. El acto se hizo en mitad de la guerra contra los indios ranqueles desatada tras una inútil matanza de indios mansos en la estancia de Francisco Ramos Mejía por tropas bonaerenses en desquite por el asalto de un malón aliado con chilenos al mando del general José Miguel Carreras al poblado fronterizo de Salto. Es necesario aquí hacer ua aclaración: desde el 11 de febrero de 1820 se habían disuelto las autoridades máximas de las llamadas Provincias Unidas en Sudamérica, al dimitir el Director Supremo José Rondeu y disolverse al mismo tiempo el Congreso de Tucumán. Por ende no existía una "nación argentina" entonces. De hecho los diputados provinciales del Congreso de Tucumán se presentaron desde el comienzo como "delegados de los pueblos" no como "representantes de la Nación". Ésta había adoptado el nombre de Provincias Unidas en Sudamérica en la declaración de independencia del 19 de julio de 1816, firmada por diputados de Buenos Aires, Cochabamba, Catamarca, Charcas, Tucumán, Chichas, Córdoba, Jujuy, La Rioja, Santiago del Estero, Mizque, San Luis, Mendoza ,y ausencia de las provincias de la Liga Federal, excepto Córdoba: Entre Ríos, Corrientes, Misiones, Santa Fé y la Banda Oriental del Uruguay (que estaba en guerra con Portugal, que la ocuparía a inicios de 1817). En 1816 el gobierno revolucionario de las Provincias Unidas en Sudamérica asumió la soberanía de las islas como heredera de los derechos de la Corona Española, bajo el principio de uti possidetis (no aceptado por la mayoría de las escuelas de jurisprudencia internacional). De hecho desde 1810 la Primera Junta se había hecho cargo de los reclamos de sueldos del entonces comandante militar español de las islas, Gerardo Bordas. Sin embargo las autoridades de Malvinas permanecieron fieles a Montevideo y, por ende a España, hasta la evacuación de 1811.
Quien asumió, pues, la representación en Malvinas fué el gobierno autónomo de la Provincia de Buenos Aires, no el Estado "Provincias Unidas en Sudamérica" que entonces no existía. Desde la dimisión del presidente provisional Vicente López y Planes y la disolución del Congreso nacional en 1827 las provincias eran, de hecho, auténticos Estados autónomos. Recién en 1824 se instauró un Congreso Costituyente con representatividad "nacional" que sancionó una Constitución en 1826 que fué rechazada por las Provincias. La Convención de Santa Fé asumió entonces la condición de órgano representativo de la "Nación", pero ésta se sumergió en una guerra civil entre 1828 y 31. Este año el Pacto Federal establecía que Buenos Aires asumía la dirección de las Relaciones Exteriores de la llamada Santa Federación Argentina.
De todos modos la pretensión de soberanía basada en el principio de "uti possidetis iure" ("como poseías de acuerdo al derecho, poseerás") es dudosa desde varios ángulos. En primer lugar se trató de una serie de convenios entre las naciones hispanoamericanas en formación, basado en una propuesta de Simón Bolivar que partía de la base de que los nuevos Estados serían herederos de las colonias españolas hasta 1810. Buenos Aires interpretó esta cuestión considerándose con derechos heredados sobre los territorios españoles del Virreinato del Río de la Plata hasta el 25 de mayo de 1810 (según este criterio también le corresponderían los territorios africanos de Bioko y Annobón). Buenos Aires aplicó de facto este principio no reconocido por muchas naciones. El 9 de julio de 1859 al reconocer España la independencia del Estado llamado Confederación Argentina, se considera que la cuestión de la sucesión de hecho pasa a ser de derecho. Pero el problema es que en ese entonces existían dos Estados en el territorio de lo que hoy es la República Argentina: la Confederación Argentina (con capital en Paraná) y el Estado de Buenos Aires (con capital en la ciudad homónima).
El primer gobernador de Malvinas nombrado por Buenos Aires fué Pablo Areguatí y asumió formalmemente en 1823. En realidad la supuesta "gobernación" de Areguatí fué un desastroso intento de conformar un asentamiento. Vegetaron casi al borde de la inanición el "Gobernador" y 26 gauchos contratados desde el 3 de febrero hasta julio-agosto de 1824 (cuando recién recibieron su paga los gauchos). A la vez se concedió a la Sociedad conformada por Jorge Pacheco y Luis Vernet el derecho de pesca y explotación de ganado vacuno en isla Soledad. Recién en 1826 esta sociedad pudo fundar el primer establecimiento permanente sobre los restos de Port Louis (se los bautizó Puerto Luis). El 10 de junio de 1829 Luis Vernet fué nombrado Comandante Político y Militar de las Malvinas. En realidad Vernet se mostró muchas veces proclive a que las islas estuvieran bajo soberanía británica (al menos desde 1829 lo venía afirmando en varias cartas), lo que ha hecho que la historiografía oficialista argentina lo tilde de "apátrida".
El nombramiento de Vernet produjo una reacción del gobierno británico en forma de una protesta elevada al ministro de relaciones exteriores Tomás Guido el 19 de noviembre de 1831. La protesta se hizo después del fracaso del régimen centralista de Bernardino Rivadavia (8 de febrero de 1826- 7 de julio de 1827), tan favorable a los intereses británicos y en medio del proceso de ascenso de Juan Manuel de Rosas como gran caudillo de Buenos Aires y de la Santa Federación. La protesta se hizo al mismo tiempo que se desarrollaba la acción de captura de tres pesqueros estadounidenses (Superior, Harriet y Breakwater) acusados de violar la prohibición de caza de focas en las Malvinas dictada por Vernet. El mismo día 19 de noviembre de 1831 el Harriet llegaba a Buenos Aires en calidad de detenido para ser sometido a juicio. El cónsul norteamericano George W. Slacum calificó la acción del gobierno bonaerense de piratería y se inició una rápida escalada diplomática con el ministro de relaciones exteriores Tomás de Anchorena. Slacum exigió la liberación del Harriet y su capitán y amenazó con movilizar a la corbeta USS Lexington. El capitán de éste, Silas Duncan, exigió la "rendición" de Vernet y su sometimiento a juicio bajo cargos de piratería. La ofensiva diplomática norteamericana se coordinó con la británica al desconocer al mismo tiempo el nombramiento de Vernet de 1829.
El 28 de diciembre el USS Lexington tomó la colonia de Puerto Soledad, destruyó las instalaciones e hizo prisioneros a casi todos sus habitantes (a saber: 30 porteños-entre los que se cuentan un número indeterminado de gauchos e indios ranqueles-, 28 porteños anglófonos, 7 alemanes y 30 negros). Durante la ocupación el territorio fué declarado unilateralmente res nullius. Parte de los prisioneros, en su mayoría autoridades isleñas, fueron enviados a Montevideo el 8 de febrero de 1932 (todos fueron liberados finalmente). La política agresiva de Estados Unidos fué apoyada por el gobierno del entonces presidente Andrew Jackson. El cónsul sucesor de Slacum en 1832, Francis Baylies, continuó su política de hostigamiento al gobierno de Buenos Aires. Ante el ofrecimiento al cónsul británico Henry Fox de un reconocimiento de la soberanía británica sobre las islas a cambio del otorgamiento de derechos de pesca norteamericanos, el gobierno argentino exigió la destitución de Baylies.
En setiembre de 1832 el gobierno de Buenos Aires nombró gobernador interino de las islas al sargento mayor de artillería Esteban Mestivier. El mismo se hizo cargo del gobierno el 15 de noviembre de 1832. En diciembre estalló una rebelión en Puerto Soledad que terminó con la muerte de Mestivier. La revuelta fué controlada por el capitán de la goleta Sarandí José María Pinedo.
Aprovechando estas circunstancias el capitán John Onslow, al mando de la corbeta HMS Clio desembarcó el 20 de diciembre de 1832 en Port Egmont y tomó posesión del mismo. De ese modo se ejecutaba la orden emitida en agosto de 1832 al contraalmirante Thomas Baker, jefe de la estación naval sudamericana del Imperio Británico en Río de Janeiro, por el Primer Ministro Lord Palmerston de tomar posesión de las islas. Previa notificación a Pinedo, el capitan Onslow tomó posesión de Puerto Soledad el 3 de enero de 1833 casi sin resistencia de la guarnición bonaerense (en su mayoría de origen británico). Dos días después Pinedo se embarcaba rumbo a Buenos Aires con la mayoría de los colonos rioplatenses. Sin embargo las empresas y propiedades de Vernet, junto a su personal y trabajadores, continuaron funcionando con "normalidad".
La exposición de hechos que hemos realizado, con todo el detalle posible, demuestra al menos que la historia es un poco más compleja de lo que los intereses nacionalistas argentinos o británicos pretenden demostrar. Porque el hecho liso y llano es que no existe un argumento sólido que pruebe que Argentina es el depositario natural de los derechos soberanos sobre las islas "heredados" de la Corona de España. Porque la realidad demuestra que en las islas no hubo una población de naturales pidiendo ser liberados del yugo español. De modo que el gobierno de Buenos Aires, no el de la Provincias Unidas (que entonces formalmente no existían), ocuparon las deshabitadas islas Malvinas pretextando derechos "heredados". No vemos en el actual conflicto por Malvinas más que una disputa internacional donde las legitimidades aparecen un tanto difusas y, pese a quien le pese, nadie tiene la razón completamente de su lado...aunque haga ingentes esfuerzos por sobornar a la misma Historia.
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MALVINAS (II): LA FARSA DEL GAUCHO RIVERO
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