LONGGUPO: ERECTUS VERSUS KING KONG O LA CAÍDA DEL GRAN PARADIGMA




Una mandíbula con dos molares encontrada en la cueva de Longgupo desató una suerte de escándalo de esos que resultan la comidilla de los creacionistas, seguidores de Bush y otros detractores de la evolución y la ciencia en general. En efecto en 1994 el antropólogo Russell Ciochon, de la Universidad de Iowa, anunciaba en la revista Nature que el hallazgo chino constituía la evidencia de un muy primitivo poblamiento asiático desde África (se supone que tenía más de dos millones de años de antigüedad); es más, comparaba la edad y morfología de los restos con los más primitivos representantes del género Homo (habilis o ergaster) y los consideraba más primitivos que los de Homo erectus. No obstante eso los antropólogos chinos habían decidido incorporar al Hombre de Wushan dentro de la especie erectus como Homo erectus wushanensis.

Sin embargo en 2009 el mismo Ciochon patea el tablero y anuncia en la misma revista Nature que se ha equivocado respecto a los restos fósiles de Longgupo. Ahora cree que se tratan de fósiles de un primate aún no bien identificado. De este modo los restos de erectus de 1,6 millones de años de Yanmou volvían a ser los más antiguos de Asia (y el paradigma del erectus-ergaster permanecía intocado). De hecho otros hallazgos igual de antiguos también fueron impugnados.
El hallazgo de los fósiles de la Cueva Longgupo, en la Montaña Wushan, zona de las Tres Gargantas (Heliang), municipio de Chongqing, provicia de Sichuan, estuvieron a cargo del equipo de Huang Wanbo, profesor del Instituto de Paleontología y Paleoantropología Vertebral de la Academia de Ciencias de Beijing y del Museo Nacional de Chongqing. Desenterrados entre 1985 y 1988, incluyen otras excavaciones realizadas en los períodos 1997-99, 2003-06 y 2008-11 con la colaboración de expertos británicos, canadienses y franceses. Las evidencias incluyen un maxilar, incisivos (P4 y M1) y unas 230 piezas de utensilios líticos, junto a fósiles de 120 especies de vertebrados (incluyendo dientes de Gigantopithecus, un enorme simio de 3 metros de altura que vivió en Asia entre 8 millones y 300.000 años). Una particularidad que tienen los fósiles de vertebrados es que son de huesos de piernas en su casi totalidad, organizados en capas en un espacio de no más de dos metros cuadrados. Esta disposición sugiere que fueron acumulados allí por un depredador o carroñero inteligente. La capa geológica que contiene los hallazgos ha sido datada recientemente en 2.04-2 millones de años (una datación preliminar de 1992 hecha por un equipo sino-canadiense-estadounidense utilizando resonancia de spin electrónico arrojó fechas de entre 750.000 años y arriba del millón de años).
En 1992 fué invitado el profesor Russell Ciochon a examinar los restos. Sus opiniones iniciales fueron publicadas en la revista Nature en 1995, anunciando el descubrimiento de restos de pre-erectus en Longgupo. Ese mismo año autores como Milford Wolpoff, de la Universidad de Michigan, Jeffrey H.  Schwartz, de la Universidad de Pittsburgh  y presidente de la Academia Mundial de Artes y Ciencias, e Ian Tattersall, del Museo Americano de Historia Natural, se apresuraron en impugnar los fósiles de Longgupo atribuyéndolos a un orangután. Las críticas continuaron, sugiriéndose que se trataban de restos de un simio llamado Lufengpithecus. Éste ha sido incluído entre los primates del Mioceno emparentados con la línea de los orangutanes y también con Sivapithecus y Ramapithecus (especies antiguamente consideradas ancestros de Homo). Se ha argumentado que los fósiles de Lufengpithecus son similares a los de ciertos Australopithecus. Por otro lado los restos de Longgupo parecen ser demasiado recientes para atribuirlos a Lufengpithecus (los restos de éste pertenecen al Mioceno final-Messiniense: 4-5 millones de años mínimo, 5-8 millones máximo).
Recientes estudios chinos que acercan al Lufengpithecus a la familia homínida y no a los póngidos (similitudes dentales, senos frontales, distancia interorbital amplia y morfología subnasal próxima al Gracilis africanus, tendencia a la marcha bípeda) han llevado a que Ciochon, que publicó una retractación en la revista Nature el 18 de junio de 2009, considere que los fósiles de Longgupo pertenecen a un "simio misterioso", quizá descendiente de Lufengpithecus. No cree que sean restos de pre-erectus y tampoco considera posible que Gigantopithecus y Homo erectus hayan convivido. El principal motivo del giro en las opiniones de Ciochon está en que no considera que el erectus haya vivido en un ambiente de selva subtropical como el de la zona de Longgupo hace 2 millones de años. De todos modos atribuye autenticidad a las herramientas de la cueva, si bien les asigna mucho menos antigüedad.


Respecto a la afirmación del señor Ciochon de que duda de la convivencia Gigantopithecus y Homo, resulta un tanto absurda.  El Gigantopithecus blacki vivió en Asia Oriental y Sudoriental entre 1 millón de años y, quizá, 10.000 años, tiempo suficiente para verse las caras con Homo erectus y Homo sapiens, mucho más que una vez. El Gigantopithecus bilaspurensis vivió en la India entre los 9 y los 6 millones de años. El Gigantopithecus giganteus vivió en el norte de la India y China y parecen existir evidencias de que podía ser carnívoro. Hasta ahora se ha demostrado que se trataba de un animal preferentemente herbívoro, asociado a los bosques de bambú. Lo que sorprende es su posible tamaño: en el caso del blacki se sospecha que podía llegar a medir 3 metros. No obstante sólo se trata de un cálculo ya que únicamente se han encontrado restos de mandíbulas y dientes. Algunos expertos creen que era algo menor: 1,80 o 2 metros.
Los fósiles de Longgupo, Mohui y otros sitios de China (Nihewan, Renzidong) y Vietnam, así como los yacimientos olduvayenses de Riwat (Pakistán) y Kashafrud (Irán), que supuestamente rondan los 2 millones de años ponen en peligro la hipótesis del Homo erectus universal. Según ésta un grupo de Homo erectus-ergaster salió de África hace no mucho más de 1,5-1,6 millones de años y llegó a Asia; luego se esparció por Europa (e incluso retornó a África) hace no mucho más de 1,2-1 millón de años. Lamentablemente ésta hipótesis no se mantiene en pie. El hecho de que la cultura olduvayense persistiera entre los erectus asiáticos hasta hace 800.000 años mientras que los erectus presuntamente regresados a África (y también los europeos) utilizaban industria achelense desde antes de 1,5 millones de años no parece corroborar la idea antes mencionada. Y tampoco el hecho de que las dataciones asiáticas de poblamiento homínido hayan retrocedido a 1,6-1,8-1,9-2 millones de años. Lo que se ha hecho es impugnar obstinadamente las dataciones y también atribuir los nuevos fósiles a presuntos primates desconocidos. Porque de admitirse que se trata de homínidos habría que considerar al homo habilis, o algún otro Homo emparentado con él, como el ancestro de los erectus asiáticos.


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